Te despiertas como hacía tiempo que no lo hacías, temprano, de golpe y totalmente descansado, como si alguien hubiera apretado en alguna parte de tu ser un resorte olvidado, cubierto de telañas y óxido. Sonríes al escuchar justo un minuto después la estridente polifonía del despertador del móvil
¿Por qué has pintao' tus ojeras
la flor de lirio real?
¿Por qué te has puesto de seda?...
..."Ay campanera, ¿por qué será?", completáis a la vez tu abuela en falsete, Joselito digitalizado y tú, que ya estás en pie estirándote mientras te vistes. Saludas a tu familia y desayunas con una estúpida sonrisa en la boca a pesar de que estás viendo un aburrido avance informativo en la tele. Te apetece dar una vuelta, así que te despides y sales a la calle mientras tu abuela continúa cantando
Aunque la gente no crea
Tú eres la mejor de las mujeres
porque te hizo Dios su pregonera...
y piensas que es una gran verdad para la mujer que está cantando, más que para la cantada, seguramente. Al menos para ti. Te encanta oírla cantar, y fue por eso por lo que pusiste esa melodía precisamente en el despertador, más que por su estridencia. Pero ya estás lejos y no oyes el resto. Te deleitas con un maravilloso día, más soleado de lo previsto por los meteorólogos de la tele y con una ciudad menos llena de gente que de costumbre. Saludas a este, sonríes a la otra, esquivas a aquel otro pesado y continúas avanzando por las calles al azar con la mente prácticamente en blanco hasta que sin saber cómo ni cuánto tiempo exactamente ha pasado te das cuenta de que las calles han desaparecido y han sido substituidas por árboles, matojos, piedra y tierra. Llegas a alguna parte apartada de la ciudad y de la gente que resulta de tu agrado y decides ponerte a entrenar un poco, ya que tu cuerpo te pide un poco de movimiento.
Cuando ya estás sudando a chorros y jadeando, te sientas bajo un almendro. No da mucha sombra, pero se agradece su agradable aroma. Acomodado y mirando al cielo, cierras los ojos e inspiras profundamente. No sabes cuál es la razón, pero hoy te sientes especialmente contento. Bueno, las cosas te han ido bien desde que empezó el año. Nada más empezar, una propuesta de viaje que al final se está concretando; nuevos proyectos de futuro en los que se está trabajando. Después, una chica maravillosa. Y ahora cuatro días libres... hacía mucho tiempo que no hacías un puente. Tienes muchas razones para ser feliz, pero hoy hay algo más. Un rato más tarde, crees entender lo que es: la sensación de que todo va a ir mejor aún. Sí, la idea te reconforta y te hace sonreír aún más por su ingenuidad. Ya que tienes que pensar en algo, suele decir tu padre, procura al menos que sea bueno.
Al cabo del rato te levantas para volver a casa. Y entonces se te ocurre. O a alguna parte de ti se le ocurre. Te apetece escribir algo. Aunque sólo sea para demostrarte a ti mismo que se puede escribir sin estar aburrido ni infeliz ni en perpetua búsqueda. Aunque sólo sea porque hace ya más de dos meses que no tienes tiempo ni ganas y ya toca.
No. Más bien porque te apetece, sin más. Se puede abandonar un arte marcial, pero el nunca te abandona a ti; supongo que con esto pasa lo mismo. Uno es lo que es, como aquel escorpión de la fábula. Así que, cómo no, coges boli y papel y lo haces.
2 comentarios
bokuden -
Beca -
enhorabuena :)