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Bokuden

Despegue

Despegue Ese brillo en sus ojos no lo había visto nunca. Había algo en ellos que me miraba desde muy lejos, atravesándome, calculando la distancia para despegar.

Ella, en esa infinita sabiduría que sólo poseen los seres mitológicos, mostraba en contadas ocasiones su plumaje y jamás desplegaba sus alas, seguramente temerosa de que algún insensato se encaprichara y la encerrara en una jaula de oro. De oro o de acero, una jaula es una jaula.

Todo fue rápido, casi no la vi pasar entre mis brazos, que creyeron apresarla sin conseguir aferrar más que su estela azulada y una lágrima suya que se mezcló en el aire con una mía. ¡Todo fue tan rápido! Solo quedó sombra y silencio, agua salada.

Entonces alcé la vista y allí estaba haciendo acrobacias, jugando en las nubes, sonriéndome desde ellas con sus alas desplegadas engalanando la puesta de sol. Y pensé que jamás había visto algo tan hermoso. Mientras sujetaba el cristal de lágrimas en mis manos, supe que era una bendición que fueran tan lentas.

2 comentarios

bokuden -

Hola, buit d'estels, bonito nombre. :)

Mientras que esa libertad sea deseada y no se mantenga por miedo del pasado, perfecto. Si no es así, unas alas y un corazón libre pueden convertirse en otra carcel dorada. Es solo una opinión.

Pero afortunadamente, los seres mitológicos saben -intuyen- donde aterrizar. Y si se "equivocan", siempre les queda impulso para seguir volando. Incluso sin alas. Un besote.

buit d'estels -

!Zas! me conecté. Una jaula, es una jaula... A los espiritus libres, nos cuesta atar nuestras alas y nuestros corazones. Sobre todo, si alguna vez ya estuvimos atados y superarlo nos partió el alma. Un beso.