Amistad (y 2)
Me levanté tarde, desayuné lo que primero pillé y me vestí, aunque no recuerdo el orden exacto de estas acciones. Y justo cuando acabé, ni un minuto antes ni después, sonó el timbre de la puerta como si hubiera cronometrado mis tiempos. Había algo de irreal en la escena, en el ambiente. Casi lo podía oler en el aire. Abrí la puerta y todo me pareció mas irreal todavía.
F y yo nacimos con escasos 14 días de diferencia (yo soy el mayor, y siempre lo seré) y con unos 30 metros de separación entre nuestras casas. Crecimos juntos y, aunque siempre hemos sido radicalmente diferentes, siempre nos hemos llevado bien. La vida nos arrastra, y nosotros no somos una excepción, así que poco a poco nos fuimos distanciando hasta que en un determinado momento perdí su pista totalmente. Más tarde supe de mano de su madre que se había casado y tenía un hijo, y que estaba viviendo en Granada. Les desee felicidad y prosperidad, claro. Fin del expediente. Salvo que ahora estaba en mi puerta.
Mi primera reacción en lugar de decir hola fué decirle que pasara, como siempre había hecho durante años. Pero me dijo que prefería tomar algo por ahí, así que eso hicimos. Tras las preguntas de rutina hacia mi (sabe que no soy muy hablador y que no suelo contar mis problemas, si los hubiera) llegamos al meollo de la cuestión. "¿Y tú? ¿Qué es de tu vida?". La vida no lo había tratado bien, y desde que se casó todo había ido de mal en peor. Es el mejor resumen que puedo hacer de algo privado. El resultado, había vuelto de nuevo aquí, a empezar de nuevo, en trámites de divorcio, con un hijo al que no podía ver y sin nadie, salvo sus padres, su psicóloga y sus antiguos amigos... los que quedaban. Me pareció una historia tan triste que le dije que sería ideal dar una vuelta. Ayudan a despejarse, y lo tengo por costumbre cada mañana.
Y paseamos por nuestro barrio, donde tantas aventuras habíamos compartido, y las historias de nuestros recuerdos salían una tras otra, y se enlazaban y complementaban. Nosotros, que habíamos sido diferentes y ahora eramos tremendamente diferentes. Dos venticincoañeros que parecían ancianos en aquellas calles tan distintas de cuando eramos enanos, recuperando pedazos de nuestra infancia, riendo de las ideas de bombero que teníamos. Descubriendo que nada había cambiado. Que la amistad no se diluye, sólo espera.
-¿Qué es para ti un amigo, F.? -pregunté, mirando al parque donde nos criamos.
-Puessss... no se. Supongo que un amigo es lo que queda cuando todo se va al carajo.
F y yo nacimos con escasos 14 días de diferencia (yo soy el mayor, y siempre lo seré) y con unos 30 metros de separación entre nuestras casas. Crecimos juntos y, aunque siempre hemos sido radicalmente diferentes, siempre nos hemos llevado bien. La vida nos arrastra, y nosotros no somos una excepción, así que poco a poco nos fuimos distanciando hasta que en un determinado momento perdí su pista totalmente. Más tarde supe de mano de su madre que se había casado y tenía un hijo, y que estaba viviendo en Granada. Les desee felicidad y prosperidad, claro. Fin del expediente. Salvo que ahora estaba en mi puerta.
Mi primera reacción en lugar de decir hola fué decirle que pasara, como siempre había hecho durante años. Pero me dijo que prefería tomar algo por ahí, así que eso hicimos. Tras las preguntas de rutina hacia mi (sabe que no soy muy hablador y que no suelo contar mis problemas, si los hubiera) llegamos al meollo de la cuestión. "¿Y tú? ¿Qué es de tu vida?". La vida no lo había tratado bien, y desde que se casó todo había ido de mal en peor. Es el mejor resumen que puedo hacer de algo privado. El resultado, había vuelto de nuevo aquí, a empezar de nuevo, en trámites de divorcio, con un hijo al que no podía ver y sin nadie, salvo sus padres, su psicóloga y sus antiguos amigos... los que quedaban. Me pareció una historia tan triste que le dije que sería ideal dar una vuelta. Ayudan a despejarse, y lo tengo por costumbre cada mañana.
Y paseamos por nuestro barrio, donde tantas aventuras habíamos compartido, y las historias de nuestros recuerdos salían una tras otra, y se enlazaban y complementaban. Nosotros, que habíamos sido diferentes y ahora eramos tremendamente diferentes. Dos venticincoañeros que parecían ancianos en aquellas calles tan distintas de cuando eramos enanos, recuperando pedazos de nuestra infancia, riendo de las ideas de bombero que teníamos. Descubriendo que nada había cambiado. Que la amistad no se diluye, sólo espera.
-¿Qué es para ti un amigo, F.? -pregunté, mirando al parque donde nos criamos.
-Puessss... no se. Supongo que un amigo es lo que queda cuando todo se va al carajo.
2 comentarios
bokuden -
Golfo -
Uno tiene tanta gente, pero solo unos pocos despues de los años siguen siendo los que eran, porque se ha llegado a una parte de la persona que es inmutable, inmutable como la costumbre de decir "pasa"... que quizá de ser la que conecta el pasado con el presente, sea la mejor bienvenida que a mi parecer podrían darme... si estuviese en el lugar de tu amigo.