Mirad bien a ese gorrión. Ahí está, sobre la barandilla, mirando atentamente a todas partes y a ninguna parte en concreto. Cuando lo considera oportuno, se eleva volando y luego cae para volver a subir con más fuerza. Juega con el viento. Cuando tiene hambre, come. Cuando tiene sed, bebe. Canta cuando es feliz, retoza con sus compañeros hasta que cree oportuno descansar; y entonces descansa. Como no tiene ninguna casa en concreto, todo el mundo es su casa. Sigue su propia naturaleza durante toda su vida. Vive cada uno de los segundos que la componen. Y cuando llega su hora, muere. Nunca he visto a un animal lamentándose de su destino final.
Mientras ando hacia el trabajo, miro al gorrión subido al árbol y creo que puedo entenderlo, si es que se puede llamar así. Mientras mira lo que tiene a su alrededor, el gorrión me mira por un instante mientras camino hacia el trabajo, y no creo que pueda entenderme. Y tampoco creo que le importe.
Mientras ando hacia el trabajo, miro al gorrión subido al árbol y creo que puedo entenderlo, si es que se puede llamar así. Mientras mira lo que tiene a su alrededor, el gorrión me mira por un instante mientras camino hacia el trabajo, y no creo que pueda entenderme. Y tampoco creo que le importe.
5 comentarios
bokuden -
Saf -
Bokuuuuuu... perdónameeee... pero te lo robo!
Me encanta!
Besos,
Saf;-))
bokuden -
El ciempiés quedó pensativo. "Pues nunca me lo había planteado... ¿cómo lo hago para mover todas mis patas en perfecta sincronía sin que ninguna se mueva fuera de tiempo? A ver, primero muevo esta, luego la otra..."
Y al cabo de poco se tropezó y se dió contra una piedra.
bokuden -
Por mi parte, yo creo que los animales si tienen consciencia. Puede que diferente a la nuestra, pero ahí está. Pero como no se lo plantean, lo demás les viene rodado. Es un poco como el cuento del ciempiés y el lobo.
Golfo -
desde luego no lo tendrían mejor.