It's the rise and fall, the price for all
-Es de pura lógica -dijo Andrés moviendo rítmicamente la piedra que tenía en la palma de la mano-. Si lanzo esta piedra al aire inevitablemente caerá. Lo puedes probar cien, doscientas, trescientas veces y el resultado será el mismo que el de otras veces que se te haya caido algo: irá a parar al suelo, no hay mas vuelta de hoja. Es una ley fisica que se llama GRAVEDAD, y que no es tan grave, sólo es así. Acéptalo.
Eva se quedó mirándolo sonriente desde el otro lado del banco de la esquina norte de la Plaza Grande, donde los plátanos de sombra hacen honor a su nombre y las palomas picotean los restos de la comida basura de los estudiantes (hecha de restos; la pirámide nutricional queda por Egipto, según muchos de ellos). Tras una larga pausa y un trago de agua, contestó.
-Nadie te ha dicho que no sea así ahora. Yo sólo te digo que nada impide que no pase la próxima vez que la tires al aire. Incertidumbre, indeterminismo... dale el nombre que quieras. Yo lo llamo emoción. Nada te asegura que la próxima vez que tires la piedra, ésta no decida salir disparada hacia el sol, o quedarse flotando delante de tus empíricas y sorprendidas narices. Tus leyes te dan una cierta seguridad, a mí me la da esa imprevisibilidad. En el fondo no somos tan diferentes.
-Bien, provemos. Haré una cosa muy sencilla, un experimento. Tiraré la piedra al aire, y a ver que pasa, ¿vale?
-¡Jaja! como quieras, pero eso no demostrará nada.
Y Andrés tiró la piedra, que giró dos veces y media sobre su eje horizontal, paró su ascenso, descendió parabólicamente con aceleración constante y, a medio metro del suelo, fué capturada al vuelo por el pico de una paloma que se dió a la fuga (vaya usted a saber si pensando que llevaba algun delicioso manjar) cual paloma de la paz con su laurelcillo, toda blanca, toda paloma, vuela-paloma-vuela-por-las-calles-como-una-flecha, hasta que un tranvía paró su gloriosa huida estampandose contra ella, o ella contra el tranvía, tanto monta monta tanto, incrustándose de esa manera la piedra contra el cristal y dejandola así engarzando el parabrisas. Y no, no cayó al suelo. Que va.
-Como antes te dije, esto no demuestra nada -dijo Eva mientras iba a ver si la paloma habia sobrevivido.
-¡Confiésalo! ¡la tenías amaestrada! -dijo Andrés.
NINGÚN ANIMAL HA RESULTADO HERIDO O MUERTO EN LA REALIZACIÓN DE ESTE CORTO. LA PALOMA SOBREVIVIÓ Y TUVOMUCHAS PALOMITAS MUCHOS PICHONES ... EJEM, COMO SE LLAMEN. LAS AUTORIDADES SANITARIAS ADVIERTEN QUE ESTAMPARSE CONTRA UN TRANVÍA PUEDE RESULTAR PERJUDICIAL PARA LA SALUD E INCLUSO PROVOCAR IMPOTENCIA Y/O DAÑAR AL FETO. Y SI NO ES FETO SINO GUAPO, TAMBIÉN, NO ES CUESTIÓN DISCRIMINAR.
Eva se quedó mirándolo sonriente desde el otro lado del banco de la esquina norte de la Plaza Grande, donde los plátanos de sombra hacen honor a su nombre y las palomas picotean los restos de la comida basura de los estudiantes (hecha de restos; la pirámide nutricional queda por Egipto, según muchos de ellos). Tras una larga pausa y un trago de agua, contestó.
-Nadie te ha dicho que no sea así ahora. Yo sólo te digo que nada impide que no pase la próxima vez que la tires al aire. Incertidumbre, indeterminismo... dale el nombre que quieras. Yo lo llamo emoción. Nada te asegura que la próxima vez que tires la piedra, ésta no decida salir disparada hacia el sol, o quedarse flotando delante de tus empíricas y sorprendidas narices. Tus leyes te dan una cierta seguridad, a mí me la da esa imprevisibilidad. En el fondo no somos tan diferentes.
-Bien, provemos. Haré una cosa muy sencilla, un experimento. Tiraré la piedra al aire, y a ver que pasa, ¿vale?
-¡Jaja! como quieras, pero eso no demostrará nada.
Y Andrés tiró la piedra, que giró dos veces y media sobre su eje horizontal, paró su ascenso, descendió parabólicamente con aceleración constante y, a medio metro del suelo, fué capturada al vuelo por el pico de una paloma que se dió a la fuga (vaya usted a saber si pensando que llevaba algun delicioso manjar) cual paloma de la paz con su laurelcillo, toda blanca, toda paloma, vuela-paloma-vuela-por-las-calles-como-una-flecha, hasta que un tranvía paró su gloriosa huida estampandose contra ella, o ella contra el tranvía, tanto monta monta tanto, incrustándose de esa manera la piedra contra el cristal y dejandola así engarzando el parabrisas. Y no, no cayó al suelo. Que va.
-Como antes te dije, esto no demuestra nada -dijo Eva mientras iba a ver si la paloma habia sobrevivido.
-¡Confiésalo! ¡la tenías amaestrada! -dijo Andrés.
NINGÚN ANIMAL HA RESULTADO HERIDO O MUERTO EN LA REALIZACIÓN DE ESTE CORTO. LA PALOMA SOBREVIVIÓ Y TUVO
5 comentarios
bokuden -
(un abrazo teletúbico)
Angi -
(Un abrazo, vecino)
bokuden -
bokuden -
Lian -