Faltaba una
Y allí estabas tú, eterna en la brevedad de tus dimensiones, casi un espejismo en contraste con el mar de maletas y nombres en cartulinas. Esperando tal vez un alma perdida como la tuya, tal vez un milagro que te sacara de este mortal aburrimiento, encarada alternativamente al aquí y al más allá mientras yo anotaba a donde iban dirigidas tus miradas de pájaro a punto de emprender el vuelo, eterno ornitólogo estratega. Me acerqué/ te acercaste; éramos sombras danzando en la penumbra, flechas lanzadas al mismo blanco con la misma mortal precisión. No podíamos sino acercarnos y amarnos. Aún a riesgo de fundirnos, aún a riesgo de rompernos.
Te amé/ me amaste. No bastaba con la visión de un sueño a medianoche, había que vivirlo. Había que soltar frenos, explorar nuevos horizontes, columpiarnos al viento cogidos de las manos e ir más allá de la teoría, un poco más abajo de la ropa. Directos al alma, al fondo a la derecha, al lado del corazón. Me quisiste/ te quise; éramos sólo dos niños un poco grandes experimentando con el eterno "¿y qué pasa si...?", dos corazones jugando al puzzle con sus piezas rotas que casi encajaban. Casi.
No bastaba con Besarte (cuando me Beses, que no sean tus labios/ Bésame Tú), no bastaba con ninguna voluntad humana, infrahumana o divina. No bastaba con donarte mi ser en cada suspiro, ni con tentar a la suerte apostando todo a un número. No bastaba con Hacerte el Amor cada segundo de nuestra existencia, paseando por la calle cogidos de la mano, en el cine comiendo palomitas, cuando partía hacia casa recordándote (hasta la memoria puede Hacer el Amor) e incluso estando los dos a solas, acurrucados en vete a saber qué pensión. Me daba cuenta que no bastaba entonces, al verte dormir Desnuda a mi lado mientras creías que yo dormía, acariciando tu cuello, tu larga melena. Atrayéndote a mi con fuerza, sabiendo y negando al mismo tiempo que lo efímero era nuestro sino, que la velocidad no dejaba de ser espacio partido por tiempo. Y nosotros teníamos a los dos en contra.
Te observaba, ¿sabes? Te observaba con una de mis sonrisas torcidas y te ibas difuminando poco a poco, como un paisaje tras una cascada. Y yo pensaba que era porque era feliz, y tenía razón. Porque sin duda era feliz, todo lo feliz que puede ser un hombre. Pero intuyo que otra parte de mí en ese gesto intuía algo más.
Quizá fué esa mi parte jugadora, la que intuía que a nuestro puzzle le faltaba una pieza. Y aunque la hubieramos encontrado, amiga mía...
pertenecería a otro puzzle.
Te amé/ me amaste. No bastaba con la visión de un sueño a medianoche, había que vivirlo. Había que soltar frenos, explorar nuevos horizontes, columpiarnos al viento cogidos de las manos e ir más allá de la teoría, un poco más abajo de la ropa. Directos al alma, al fondo a la derecha, al lado del corazón. Me quisiste/ te quise; éramos sólo dos niños un poco grandes experimentando con el eterno "¿y qué pasa si...?", dos corazones jugando al puzzle con sus piezas rotas que casi encajaban. Casi.
No bastaba con Besarte (cuando me Beses, que no sean tus labios/ Bésame Tú), no bastaba con ninguna voluntad humana, infrahumana o divina. No bastaba con donarte mi ser en cada suspiro, ni con tentar a la suerte apostando todo a un número. No bastaba con Hacerte el Amor cada segundo de nuestra existencia, paseando por la calle cogidos de la mano, en el cine comiendo palomitas, cuando partía hacia casa recordándote (hasta la memoria puede Hacer el Amor) e incluso estando los dos a solas, acurrucados en vete a saber qué pensión. Me daba cuenta que no bastaba entonces, al verte dormir Desnuda a mi lado mientras creías que yo dormía, acariciando tu cuello, tu larga melena. Atrayéndote a mi con fuerza, sabiendo y negando al mismo tiempo que lo efímero era nuestro sino, que la velocidad no dejaba de ser espacio partido por tiempo. Y nosotros teníamos a los dos en contra.
Te observaba, ¿sabes? Te observaba con una de mis sonrisas torcidas y te ibas difuminando poco a poco, como un paisaje tras una cascada. Y yo pensaba que era porque era feliz, y tenía razón. Porque sin duda era feliz, todo lo feliz que puede ser un hombre. Pero intuyo que otra parte de mí en ese gesto intuía algo más.
Quizá fué esa mi parte jugadora, la que intuía que a nuestro puzzle le faltaba una pieza. Y aunque la hubieramos encontrado, amiga mía...
pertenecería a otro puzzle.
9 comentarios
bokuden -
(He estado ausente unos dias de este mundillo)
Saf -
bokuden -
DuNa -
Besitos!
bokuden sonrojado -
bokuden -
Y aun así, antes has construido algo bellísimo, hermoso de por si mismo. Me vienen a la cabeza dos cosas sobre esto:
a) tengo un puzzle del que perdí una pieza cuando era pequeño, y sigue colgado de la pared de mi cuarto sin la pieza ni relleno, orgulloso.
b)Como no recordar las alfombras persas, según algunos las mejores del mundo. Siempre tienen una pequeña tara, un pequeño fallo. Naturalmente, no se debe a la poca pericia del artesano. Se debe a la intención de no querer que nada sea del todo perfecto. Salvo su dios.
golfo -
"mi mujer con espalda de pájaro en vuelo vertical"...
este texto está lleno de luces, de ideas, de sonoridades... como estrellas reflejadas en el agua en medio del vacío nocturno.
De verdad que hay frases, ideas (la de la pieza, virgen santísima, es fabulosa)... simplemente geniales.
Saf -
Empiezo a creer que todas las cajas (de puzzles) las venden incompletas.
También creo... que abogo por los puzzles pequeños (los de los aviones), sin complicaciones, sin ataduras, sin promesas-para-la-eternidad... Se hacen en un pis/pas y ¡zas!... a otra cosa.
Saf;-))
Ana -
En fin...