De reojo
Esos ojos tuyos, oscuros porque no podía ser de otra manera en este nuestro mundo; su luz quiso ser discreta escondida en la oscuridad, pero quien sabe/ quiere ver la distingue a millas, Estrellas del Norte gemelas. Alegres porque nadie puede sentirse de otra manera al verlos, y en su reflejo ven su propia alegría multiplicada, eco dichoso de la felicidad. Amables porque ¿Quién no los amaría tras conocerlos?; son canto de sirena hecho mirada sin escollos interpuestos, dulce variación mitológica. Profundos porque caigo en ellos cada vez que me los encuentro, y es tanta su hondura que no puedo/ quiero salir, suave maraña acariciándome en la caída, aterciopelados grilletes en el fondo del foso. Humildes, porque haces ver que no conoces (¿o tal vez no sabes de veras?) sus poderes infinitos y, sonrojada, bajas la mirada cada vez que te susurro la magia que poseen. Tal es su/ tu enormidad.
Soy... era veleta en tu mirada, me desplazaba haciendo círculos pero siempre señalando a mi Razón de Ser. Jugaba a ser bailarín del viento, hoja en el camino, yendo de aquí para allá sin preocuparme por un futuro que se me antojaba incierto y tenebroso, tal como ha sido, y a la vez lejano, casi ausente. Como no ha sido. Porque era sólo presente, puro presente, y los apegos se llevan mal con el ahora; siempre quieren un luego que no está en nuestras manos, una oportunidad en la inmensidad de las corrientes temporales. Una imposibilidad en este mundo de cambios, así son las cosas y así se las hemos contado, Amén.
Estoy cansado de dogmas, de tanta emoción contenida, de lanzar estocadas al viento (aunque el viento no devuelva los golpes), de dejar huellas en la arena que el mar borrará o el próximo caminante pisará tal vez casi sin darse cuenta. De no rendirme nunca, porque hay veces que cualquier movimiento que hagas te deja en una posición peor que la anterior, como en el ajedrez. De proclamar a todos los vientos que me quieran escuchar que sí, que quisiera que alguien me esperara en algún lugar, como el libro de Gabalda, aunque no serás tú ni tu mirada. Porque no soporto las mentiras de tus silencios mientras me mirabas, ni siquiera las soporto ahora, cuando ya no me miras.
Prefiero que sigas creyendo que no sé nada, que sólo soy un soñador perdido entre libros demasiado gruesos, anclado en un pasado ya censurado. Prefiero que creas eso mientras observo en silencio tus silencios, mirando a tus ojos de reojo. Porque no se los demás, pero tus ojos no, nunca lo hicieron. No mienten.
Soy... era veleta en tu mirada, me desplazaba haciendo círculos pero siempre señalando a mi Razón de Ser. Jugaba a ser bailarín del viento, hoja en el camino, yendo de aquí para allá sin preocuparme por un futuro que se me antojaba incierto y tenebroso, tal como ha sido, y a la vez lejano, casi ausente. Como no ha sido. Porque era sólo presente, puro presente, y los apegos se llevan mal con el ahora; siempre quieren un luego que no está en nuestras manos, una oportunidad en la inmensidad de las corrientes temporales. Una imposibilidad en este mundo de cambios, así son las cosas y así se las hemos contado, Amén.
Estoy cansado de dogmas, de tanta emoción contenida, de lanzar estocadas al viento (aunque el viento no devuelva los golpes), de dejar huellas en la arena que el mar borrará o el próximo caminante pisará tal vez casi sin darse cuenta. De no rendirme nunca, porque hay veces que cualquier movimiento que hagas te deja en una posición peor que la anterior, como en el ajedrez. De proclamar a todos los vientos que me quieran escuchar que sí, que quisiera que alguien me esperara en algún lugar, como el libro de Gabalda, aunque no serás tú ni tu mirada. Porque no soporto las mentiras de tus silencios mientras me mirabas, ni siquiera las soporto ahora, cuando ya no me miras.
Prefiero que sigas creyendo que no sé nada, que sólo soy un soñador perdido entre libros demasiado gruesos, anclado en un pasado ya censurado. Prefiero que creas eso mientras observo en silencio tus silencios, mirando a tus ojos de reojo. Porque no se los demás, pero tus ojos no, nunca lo hicieron. No mienten.
2 comentarios
bokuden -
Ana -
*Sigue asi, siempre sabes hacer llegar las palabras