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Bokuden

Cuentos, leyendas y demas historias

... pero no sé de cuál

... pero no sé de cuál "(...) En aquel momento comprendí cómo razonaba mi maestro, y me pareció que su método tenía poco que ver con el del filósofo que razonaba partiendo de primeros principios, y los modos de cuyo intelecto coinciden casi todos con los del intelecto divino. Comprendí que, cuando no tenía una respuesta, Guillermo imaginaba una multiplicidad de respuestas posibles, muy distintas unas de otras. Me quedé perplejo.

-Pero entonces -me atreví a comentar-aún estáis lejos de la solución...

-Estoy muy cerca, pero no sé de cuál.

-¿O sea que no tenéis una única respuesta para vuestras preguntas?

-Si la tuviera, Adso, enseñaría teología en París.

-¿En París siempre tienen la respuesta verdadera?

-Nunca, pero están muy seguros de sus errores.

-¿Y vos? -dije con infantil impertinencia-. ¿Nunca cometéis errores?

-A menudo -respondió-. Pero en lugar de concebir uno solo, imagino muchos, para no convertirme en el esclavo de ninguno.

(...) "

extraído de "El nombre de la rosa" de Umberto Eco, libro que estoy leyendo con enorme placer.

Aprender

Aprender Matajuro fue expulsado de la casa familiar Yagyu por su falta de talento y constancia. Avergonzado, se propuso mejorar a toda costa, así que buscó al famoso (en aquel entonces) maestro Tsukahara Bokuden con la esperanza de ser aceptado como alumno suyo, llegar a alcanzar la maestría en el manejo de la espada y así poder volver a su familia con todos los honores. Así que, tras ser aceptado, Matajuro preguntó a Bokuden:

-¿En cuanto tiempo podré dominar el arte de la espada?

-Tardarás un mínimo de cinco años en ser un esgrimista decente, si entrenas con toda tu alma, en profundidad y todo va bien -contestó Bokuden, reticente a poner plazos.

-Y si entreno el doble de duro, con mayor constancia, esfuerzo y profundidad ¿Cuánto tardaré? -preguntó Matajuro, a quien le interesaba volver a su familia lo antes posible.

-En ese caso, un mínimo de diez años -contestó Bokuden.

Matajuro no volvió a preguntar.

(...) -Pero mi padre también solía pasar fuera mucho tiempo, ¿sabes? - dice con una leve crepitación en la voz-. Conozco la situación por experiencia. Mi padre era granjero. Eso te lo he contado, ¿verdad? Recuerdo que en cierta ocasión se marchó no sé a dónde a buscar una semilla especial para plantar en los campos. Se subió en marcha a un tren de mercancías. Dijo que estaría de vuelta por la noche. Las cosas se complicaron y no logró apearse del tren. Lo llevó hasta California. Estuvo fuera casi toda la primavera. La época de siembra llegó y pasó. Pero cuando regresó, traía las semillas más maravillosas del mundo.

-Déjame que lo adivine -intervengo-. Las plantó y de ellas nació una parra enorme que creció hasta las nubes, y sobre las nubes había un castillo donde vivía un gigante.

-¿Cómo lo has sabido?

-Y, sin duda, una mujer de dos cabezas que le servía el té.

Al oír esto, mi padre se retuerce las cejas y sonríe, profundamente regocijado por un instante.

-Lo recuerdas -dice.

-Claro.

-Recordar las historias de un hombre lo vuelve inmortal, ¿lo sabías?

Hago un gesto negativo.

-Pues así es. Aunque ésa nunca llegaste a creértela, ¿me equivoco?

-¿No da igual?

Me mira.

-No -dice. Y luego-: Sí. Qué sé yo. Por lo menos la recuerdas. (...)

(extracto de Big fish, de Daniel Wallace)

Autoretrato, a día de hoy

Autoretrato, a día de hoy Vivo en los pequeños detalles desde hace días, en el crujir de la hamaca de mi abuela, en la sonrisa de las niñas que saltan a la comba, en la suave caricia de las páginas de un libro. Aprendí en pocas horas el arte de exorcizar las prisas y el ajetreo, y ni tan sólo conté el tiempo que invertí en ello. Frente a mi se extendían infinitas llanuras temporales, agujeros blancos en el espacio, refrescantes lluvias de segundos que no veía desde hacía mucho (¡hacía tanto!) y que me echaban tanto de menos como yo a ellas. Fué maravilloso descubrir que la vida no nos había cambiado, que lo que de verdad importa perdura para siempre -más allá de conjeturas y vacios, más allá del minutero, más allá de la muerte- y que el escepticismo y los temores iniciales se rompen facilmente, como dos niños que aún se recuerdan del año pasado y, con timidez, alargan sus manos especularmente, las estrechan y descubren mientras corren hacia el sol que el tiempo no derriba sentimientos. A veces, incluso actúa de sólida argamasa.

Vivo en el brillo salvaje de las estrellas, lejos de la ciudad, cabalgo por días de sueños y recuerdos sobre tu música hacia ninguna parte -hacia todas partes- alejado y alejándome del ruido perenne del sufrimiento cíclico del mundo. No me preocupo por ese laberinto de espejos consciente de que Algun Día Nos Reiremos De Ésto, Chicos, Ya Lo Vereis, con una sonrisa en la boca porque ¡qué demonios! creo en mis propias palabras. Sé que el equilibrio no debe estar muy lejos de este extremo en el que nos hacen vivir, quiza esté justo detrás de aquella valla que luce MIEDO escrito con sangre. Intuyo que pronto todos podremos reirnos tiernamente, como quien observa un berrinche irracional de su hijo, de quien quiere vernos llorar. Presiento que pronto no será necesario soñar con mundos de ensueño, los llevaremos bordados en el corazón.

Vivo en los brillos de tu mirada, en el roce de tus manos, en la calma de tus recuerdos, en los cuentos que nos contábamos a medianoche. Me deleito recordando el calor que me diste y que ya nunca me abandonó, en el saber que algún día nos volveremos a abrazar. Y yo te miraré a los ojos, y te veré borrosa. Y te diré lo mucho que te he echado de menos. Y tu sólo sonreiras, sorprendida de como soy realmente.

Vivo en la sombra de los portales, en el brillo del polvo a la luz de la luna, a la espera de mi vuelta a lo que algunos llaman realidad. "¿Volverás?" me preguntó la gota de lluvia. "Realmente, no creo que me haya ido nunca", respondí.

Dios en agosto está de vacaciones

Dios en agosto está de vacaciones No había lástima en los ojos de aquel perro atropellado -vientre hundido, lata de refresco- y apartado al arcén a patadas.

Antes de verlo, lo había olido -es el olor de la muerte-; al fin y al cabo los 40 grados de temperatura y el 85 % de humedad aseguraban una rápida (y hedionda) descomposición -agosto, frío en el rostro-. Al poco rato, había visto sangre en la calzada

-"tendido sobre un lienzo escarlata"-

formando un rastro marrón oscuro que nada tenía de poético, un rastro ineludible que me condujo a su cuerpo o lo que de él quedaba -muerte- , un amasijo dividido en dos regiones por las ruedas -¿del destino?-, combado en una posición inverosímil, salpicado de una mezcla de negro y rojo, de moscas, hormigas y sangre (¿hormigas?), con un insecto que no había visto en mi vida en ningún documental intentando entrar en la boca semicerrada -semiabierta, seamos optimistas-. En su cuello, un collar de la marca "Bobby". O tal vez era su nombre, qué más da. El caso es que me imaginé la escena: familia feliz que no sabe que regalar al niño en Navidad, familia feliz que le regala un perro, niño que se emociona y es feliz en esa maravillosa época, niño que descubre que el perro no va a pilas, sino que requiere un mantenimiento, niño que tiene cosas mejores que hacer y endosa las responsabilidades (que no el perro) a sus padres, padres que se estresan por momentos, familia que se va de vacaciones, familia que no tiene dinero para una perrera (pero sí para una moto de agua), familia que deja el perro en una carretera -el nunca lo haría- . Bobby no ha visto demasiado mundo -¿hacia donde va esta carretera?- así que -muere- no tiene demasiada suerte. La historia de cada verano.

Suspiré y miré al cielo. No para rezar, por supuesto, sino para ver si alguna nube me iba a alegrar el día. Eran las tres de la tarde de un jodido 15 de agosto y claro, las jodidas nubes se habían ido de jodidas vacaciones con el jodido viento jodido -si has de escoger morir/ hazlo en día soleado-. Joder. Y al bajar la vista fue cuando vi sus ojos. Habría jurado que antes los tenía tan semicerrados -ejem- como su mandíbula, pero allí estaban, totalmente abiertos, mirando a la calzada -mortaja de sangre seca- sin resentimiento ni perplejidad. Y se me antojo una escena bella, a pesar de todo.

Un nuevo suspiro, puesta en marcha. Y cuando ya tenía todo aquella escena horrible y bella a la vez a mis espaldas, un susurro:

-¿Donde acaba tu carretera?-

"En sangre, moscas y hormigas" pensé, pero no dije nada. ¿Merecía la pena? No había lástima en los ojos de aquel perro.

Ni por él, ni por las personas.

Actitudes

Actitudes Dos hombres miraban a través de las rejas de la misma celda. Uno de ellos veía barro. El otro veía las estrellas.

La memoria del viento

La memoria del viento Llegué un cuarto de hora antes de la hora de entrada al trabajo, así que en lugar de regalar horas a la empresa, decidí regalarmelas a mi mismo, infinitamente más agradecido. Fuí al parque de al lado y me senté en un banco bajo un plátano de sombra sin más ceremonia. Me quité el reloj y lo metí en la mochila, harto del yugo del minutero. Cerré los ojos y empecé a escuchar la música del viento, discontínua, fluctuante; componía una sinfonia y bailaba con las hojas secas, con hojas de periódico y con más hojas de calendario caducado. Naturalmente, me acordé de ti. No había otra opción.

- Viento del este, si alguna vez atraviesas la distancia que nos separa, susúrrale al oído -susúrrale, así como a mi me susurras hoy viejas historias- que en un día caluroso, antes de entrar a trabajar, me acordé de ella justo en el momento en que había olvidado el mundo.

Y la alarma del reloj sonó, y me arrebató mi momento. Pero tú... tú aún estabas.

Despegue

Despegue Ese brillo en sus ojos no lo había visto nunca. Había algo en ellos que me miraba desde muy lejos, atravesándome, calculando la distancia para despegar.

Ella, en esa infinita sabiduría que sólo poseen los seres mitológicos, mostraba en contadas ocasiones su plumaje y jamás desplegaba sus alas, seguramente temerosa de que algún insensato se encaprichara y la encerrara en una jaula de oro. De oro o de acero, una jaula es una jaula.

Todo fue rápido, casi no la vi pasar entre mis brazos, que creyeron apresarla sin conseguir aferrar más que su estela azulada y una lágrima suya que se mezcló en el aire con una mía. ¡Todo fue tan rápido! Solo quedó sombra y silencio, agua salada.

Entonces alcé la vista y allí estaba haciendo acrobacias, jugando en las nubes, sonriéndome desde ellas con sus alas desplegadas engalanando la puesta de sol. Y pensé que jamás había visto algo tan hermoso. Mientras sujetaba el cristal de lágrimas en mis manos, supe que era una bendición que fueran tan lentas.

Para los extremistas religiosos

Para los extremistas religiosos "El comandante en jefe de las fuerzas de ocupación le dijo al alcalde de la aldea: "Tenemos la absoluta seguridad de que ocultan ustedes a un traidor en la aldea. De modo que, si no nos lo entregan, vamos a hacerles la vida imposible, a usted y a toda su gente, por todos los medios a nuestro alcance".

En realidad, la aldea ocultaba a un hombre que parecía ser bueno e inocente y a quien todos querían. Pero ¿qué podría hacer el alcalde, ahora que se veía amenazado el bienestar de toda la aldea? Días enteros de discusiones en el Consejo de la aldea no llevaron a ninguna solución. De modo que, en última instancia, el alcalde planteó el asunto al cura del pueblo. El cura y el alcalde se pasaron toda una noche buscando en las Escrituras y, al fin, apareció la solución. Había un texto en las Escrituras que decía "Es mejor que muera uno solo por el pueblo y no que perezca toda la nación".

De forma que el alcalde decidió entregar al inocente a las fuerzas de ocupación, si bien antes le pidió que le perdonara. El hombre le dijo que no había nada que perdonar, que él no deseaba poner a la aldea en peligro. Fue cruelmente torturado hasta el punto de que sus gritos pudieron ser oídos por todos los habitantes de la aldea. Por fin fue ejecutado.

Veinte años después pasó un profeta por la aldea, fue directamente al alcalde y le dijo: "¿Qué hiciste? Aquel hombre estaba destinado por Dios a ser el salvador de este país. Y tú le entregaste para ser torturado y muerto".

"¿Y qué podía hacer yo?", alegó el alcalde. "El cura y yo estuvimos mirando las Escrituras y actuamos en consecuencia".

"Ese fue vuestro error", dijo el profeta. "Mirásteis las escrituras, pero deberíais haber mirado sus ojos". "

Anthony de Mello, "El canto del pájaro".

Amanecer

Un anciano preguntó a sus descendientes, hijos, nietos y bisnietos, en su lecho de muerte:

- ¿Cómo sabemos que la noche ha llegado a su fín y que por fín el día amanece?

- Porque podemos distinguir en la claridad a un chacal de un perro -dijo uno de sus hijos.

- No, no es la respuesta que busco -respondió el anciano.

- Porque podemos distinguir un abeto de un ciprés, un hombre negro de uno blanco y de uno amarillo -planteó uno de sus nietos.

- No, menos aún, no es la respuesta que busco -respondió el anciano.

- Cuando vemos el rostro de un desconocido, sea blanco, negro amarillo o de otro color, o vemos un ciprés, una higuera, un lobo o un conejo y vemos que son nuestros hermanos, en ese momento ha amanecido -respondió uno de los bisnietos.

Y el anciano por fin pudo morir tranquilo, sonriendo.

It's the rise and fall, the price for all

-Es de pura lógica -dijo Andrés moviendo rítmicamente la piedra que tenía en la palma de la mano-. Si lanzo esta piedra al aire inevitablemente caerá. Lo puedes probar cien, doscientas, trescientas veces y el resultado será el mismo que el de otras veces que se te haya caido algo: irá a parar al suelo, no hay mas vuelta de hoja. Es una ley fisica que se llama GRAVEDAD, y que no es tan grave, sólo es así. Acéptalo.

Eva se quedó mirándolo sonriente desde el otro lado del banco de la esquina norte de la Plaza Grande, donde los plátanos de sombra hacen honor a su nombre y las palomas picotean los restos de la comida basura de los estudiantes (hecha de restos; la pirámide nutricional queda por Egipto, según muchos de ellos). Tras una larga pausa y un trago de agua, contestó.

-Nadie te ha dicho que no sea así ahora. Yo sólo te digo que nada impide que no pase la próxima vez que la tires al aire. Incertidumbre, indeterminismo... dale el nombre que quieras. Yo lo llamo emoción. Nada te asegura que la próxima vez que tires la piedra, ésta no decida salir disparada hacia el sol, o quedarse flotando delante de tus empíricas y sorprendidas narices. Tus leyes te dan una cierta seguridad, a mí me la da esa imprevisibilidad. En el fondo no somos tan diferentes.

-Bien, provemos. Haré una cosa muy sencilla, un experimento. Tiraré la piedra al aire, y a ver que pasa, ¿vale?

-¡Jaja! como quieras, pero eso no demostrará nada.

Y Andrés tiró la piedra, que giró dos veces y media sobre su eje horizontal, paró su ascenso, descendió parabólicamente con aceleración constante y, a medio metro del suelo, fué capturada al vuelo por el pico de una paloma que se dió a la fuga (vaya usted a saber si pensando que llevaba algun delicioso manjar) cual paloma de la paz con su laurelcillo, toda blanca, toda paloma, vuela-paloma-vuela-por-las-calles-como-una-flecha, hasta que un tranvía paró su gloriosa huida estampandose contra ella, o ella contra el tranvía, tanto monta monta tanto, incrustándose de esa manera la piedra contra el cristal y dejandola así engarzando el parabrisas. Y no, no cayó al suelo. Que va.

-Como antes te dije, esto no demuestra nada -dijo Eva mientras iba a ver si la paloma habia sobrevivido.

-¡Confiésalo! ¡la tenías amaestrada! -dijo Andrés.

NINGÚN ANIMAL HA RESULTADO HERIDO O MUERTO EN LA REALIZACIÓN DE ESTE CORTO. LA PALOMA SOBREVIVIÓ Y TUVO MUCHAS PALOMITAS MUCHOS PICHONES ... EJEM, COMO SE LLAMEN. LAS AUTORIDADES SANITARIAS ADVIERTEN QUE ESTAMPARSE CONTRA UN TRANVÍA PUEDE RESULTAR PERJUDICIAL PARA LA SALUD E INCLUSO PROVOCAR IMPOTENCIA Y/O DAÑAR AL FETO. Y SI NO ES FETO SINO GUAPO, TAMBIÉN, NO ES CUESTIÓN DISCRIMINAR.

Sinceridad ante todo

Un buen dia, el principe Juan, harto de su vida palaciega y de quitarse de encima modelos y presentadoras de telediarios ansiosas por cazarlo (como esposo, se entiende), decidio marchar de la corte y emprender la busqueda de algo que, segun el, realmente valia la pena. El señor principe queria encontrar la verdad, una verdad que, pensaba, le liberaria de su mundo opresivo y angustiante de vacio vital y visitas diplomaticas a paises de pacotilla cuyos dirigentes no le interesaban lo mas minimo. Una verdad que le haria volar de nuevo, como cuando era pequeño y aun no se daba cuenta de que todos lo trataban diferente solo por ser un principe. Si, a pesar de lo que pueda parecer, la vida de los principes es dura; los ricos tambien lloran. Y eso no lo arregla ni un palacete al lado del palacio de los padres para el solito pagado con el dinero de todos los contribuyentes. Que va.

Y partio, mas por mucho que por el mundo busco nada encontro. Lo recorrio una, dos, tres veces y a punto estuvo de desistir. Mas justo cuando iba a hacerlo, en un pueblecito le hablaron de una gruta donde, se decia, vivia la verdad. Sin pensarselo dos veces, nuestro admiradisimo principe (pq todo el mundo quiere a la familia real segun la tele, ¿no?) fue al galope (el de su caballo, no el suyo, claro) y encontro la cueva en la falda de una montaña proxima al pueblo. Sin demasiadas ceremonias pero con mucho miedo, su graciosa majestad penetro en sus profundidades. Y al fondo encontro a una mujer anciana desdentada, con mas verrugas que pelo, mas arrugas que verrugas y una presencia deplorable a los ojos del delicado heredero al trono. Tratando de simular la repugnancia que le producia su imagen y el hedor que desprendia la anciana, dijo:

-Hola, anciana. Me han dicho que en esta cueva habita la verdad.

-Estas delante de ella -contesto la anciana, mientras escupia a un lado.

-Esto... veras, no eres como imaginaba. ¿Como se que tu eres la verdad de verdad?

Acto seguido, la anciana paso a nombrar todo sobre el, incluso intimidades que no puedo mencionar aqui como comprendereis.

-Vaya... si, no hay duda de que eres la verdad. Pero te he buscado en todas partes y nadie sabia nada de ti ¿Como es que vives aqui, donde nadie puede saber de ti?

-Veras, no suelo gustar a la gente. Nadie me aprecia mucho tiempo seguido y me acaban olvidando o expulsando. Cuando me harte de la humanidad, me refugie en este lugar.

-Comprendo. Puedo estar satisfecho entonces de conocerte. Hablemos, tengo muchas cosas que consultarte.

Y asi hablaron laaaaargo y tendido. El principe expuso una tras otra todas sus dudas sobre todos los temas que le preocupaban y obtuvo respuestas que considero sinceras y verdaderas. Una vez el principe no tuvo mas preguntas, dijo a la señora verdad:

-¡Fascinante! todos deberian conocerte. Aun asi, entiendo que ya no quieras salir de este sitio... permiteme al menos que transmita algo de tu parte a todos los hombres. Todos deberian conocer tu existencia y buscarte. Dime, ¿que verdad quieres que diga a los hombres cuando cuente mi historia y me pregunten por ti?

-Diles... diles que soy joven y hermosa -contesto la verdad.

Si quieres buenas respuestas...

Si quieres buenas respuestas... Cuenta la historia que un campesino vigilaba sentado a dos vacas que estaban pastando en una pradera, y no hacia nada mas. Entonces, su nieto, un chico de ciudad que habia ido con el a pasar unos dias de vacaciones, llego y se sento a su lado. Permanecieron un buen rato en silencio, hasta que el chaval pregunto finalmente:

-Que, abuelo, ¿comen bien las vacas?

-¿Cual de ellas? -contesto el anciano campesino.

-La blanca -dijo el chico al azar, un poco sorprendido por la pregunta.

-La blanca si.

-¿Y la negra?

-La negra tambien.

Tras este primer intercambio de impresiones, ambos se quedaron observando el paisaje un buen rato, escuchando el canto de los pajaros. Cuando el joven se habia recuperado de la anterior conversacion, se decidio a dar tema de conversacion de nuevo:

-Y... ¿y dan mucha leche?

-¿Cual de ellas?

-Mmmm... ¿la negra?

-La negra si.

-¿Y la blanca?

-La blanca tambien.

A lo que siguio un laaaaargo silencio, en el que no se miraron. Solo existia el sonido de las dos vacas pastando. Finalmente, el muchacho decidio hacer por fin una pregunta que le habia intrigado todo el rato:

-Abuelo, si la respuesta es igual para las dos vacas... ¿por qué me preguntas siempre "cual de ellas"?

-Es sencillo, nieto. Porque la blanca es mia.

El chaval reflexiono un rato, pero al final no pudo aguantarse y pregunto, no sin cierto temor:

-... ¿Y la negra?

-La negra tambien.

Frase del dia

"La verdad es aquello que acaba por no conocerse"

Victor Hugo

Y eso que Monsieur Hugo no conocia al PP, ni a Bush, ni a Bin Laden, ni a Saddam, ni a palestinos, ni a Israelies...
demasiados etceteras.

¡¿Y yo que se?!

Un dia Wang Yi pregunto a Chuang Tzu:

-¿Conoces una verdad que pueda ser admitida de manera unanime por todos los seres?

-¿Como podria yo conocer tal verdad?

-¿Sabes al menos que la desconoces?

-¿Como podria saberlo?- contesto Chuang Tzu

-Dicho de otra forma, ¿los seres humanos no saben nada?

-¿Y yo como quieres que lo sepa?

Dos puertas, dos elecciones

Un gran general pregunto al maestro:

-¿Realmente existen el paraiso y el infierno? ¿como puedo entrar en el paraiso?

-¿Usted que hace?

-Soy un general.

-¡Ja! ¿Que general? ¡Mas bien parece un carnicero!

-¡¿Que?! -dijo furioso el general mientras desenvainaba su espada- ¡Lo voy a matar!

-En este momento se abre la puerta del infierno.

-Disculpeme, maestro , perdi la compostura...

-En este instante se abre la puerta del paraíso.

El arbol inutil

El arbol inutil Hui Tzu dijo un dia a Chuang Tzu:

-Tengo un arbol grande, de los que llaman arboles apestosos. El tronco esta tan retorcido, tan lleno de nudos, que nadie podria obtener una tabla derecha de su madera. Las ramas estan tan retorcidas que no se pueden cortar en forma alguna que tenga sentido. Ahi esta junto al camino. Ni un solo carpintero se dignaria siquiera a mirarlo. Iguales son tus enseñanzas, grandes e inutiles.

Chuang Tzu replico:

-¿Has observado alguna vez al gato salvaje? Agazapado, vigilando a su presa, salta en esta y aquella direccion, arriba y abajo, hasta que finalmente... aterriza en la trampa. En cambio ¿has visto al yak? enorme como una nube de tormenta, firme en su poderio. ¿Que es grande? Desde luego. ¡Y no puede cazar ratones! Igual ocurre con tu gran arbol. ¿Inutil? Entonces plantalo en las tierras aridas, en solitario. Pasea apaciblemente por debajo, descansa bajo su sombra. Ningun hacha ni decreto prepararan su fin. Nadie lo cortara jamas. El arbol en lo alto de la montaña es su propio enemigo, la grasa que alimenta la luz se devora a si misma. El arbol de la canela es comestible ¡asi que se lo derriba! El arbol de la laca es rentable: lo mutilan. Nadie aprecia el vacio de la vasija, pero sin el no serviria de nada. Nadie aprecia el vacio de la ventana, pero sin el, no existiria. Todo el mundo parece apreciar lo util, pero pocos saben ver el valor de lo no-util.
¿Inutil? ¡Eres tu el que deberia preocuparse!

El deber del gorrion

El deber del gorrion En un dia de tormenta, cada vez que un trueno retumbaba, un pequeño gorrion bajaba de su nido a tierra y se ponia con las patitas hacia arriba, encarando al cielo. Despues de esto, esperaba unos segundos y volvia volando a su nido. Un zorro estuvo un buen rato observando el extraño comportamiento del pajarillo, hasta que al fin se decidio a ir a preguntar.

-¿Por que haces eso? No entiendo tu forma de actuar.

-¡Esta clarisimo! ¡Para proteger a la tierra, que contiene muchos seres vivos! Si por desgracia el cielo llegara a caer ¿te das cuenta de lo que ocurriria? por eso levanto mis patas para sostenerlo, por si acaso. Y tu deberias hacer lo mismo.

-¿Y con tus enclenques patitas piensas sostener el inmenso cielo? - pregunto el zorro, riendo

-Aqui abajo, cada uno tiene su cielo -contesto el gorrion.

El zorro paro de reir. Al siguiente trueno, se puso con las patas hacia arriba, encarando el cielo.

Un lobo empezo a observar el extraño comportamiento del zorro y el gorrion, y al rato se decidio ir a preguntar...

Susurros en la oscuridad

Susurros en la oscuridad Anoche una voz me susurro al oido:

-Una voz que de noche te susurra al oido no existe.

Salomon y la flor autentica

Salomon y la flor autentica Asi me lo contaron una vez:
Un dia, la reina de Saba recibio la visita del gran Salomon, y como le consideraba un rival en cuanto a sabiduria (que paradojico), le propuso un enigma. Le llevo a una habitacion de su palacio donde unos excelentes artesanos habian llenado todo el espacio de flores artificiales a las q no faltaba ningun detalle al parecer.

-Y este es mi enigma -dijo la reina-. Una, solo una de estas flores, es una flor de verdad. Dime, gran Salomon, puedes señalarmela?

Salomon miro el inmenso prado atentamente, pero ninguna flor parecia diferente del resto. Todas se mecian bajo una brisa al mismo compas, el olor del prado parecia venir de todas partes. Todas eran perfectas. Se concentro al maximo, pero no pudo señalar la autentica. Sudo del esfuerzo, asi que pidio a la reina de Saba que abriera una ventana, pues hacia calor. La reina ordeno a un sirviente q abriera una ventana. Al cabo de un rato dijo Salomon, con absoluta seguridad:

-Esta es la verdadera flor.

Naturalmente, la reina de Saba quedo asombrada y cayo de rodillas.

-C-como has podido averiguarlo? me rindo ante tu sabiduria, pero dime, como lo has hecho?

-Tu enigma era imposible para un simle humano poco sabio como yo, asi que tuve que recurrir a alguien mas sabio, que pudiera distinguir el mundo sin prejuicios visuales. Cuando abriste la ventana, entro ese alguien...

Y Salomon señalo a la flor, donde estaba posada una abeja.

Dicen los comentaristas que, si bien siempre es dificil ser Salomon, todavia es mas dificil ser abeja. Pero lo mas dificil, en esa epoca y en cualquier otra, en cualquier circunstancia es... ser la flor.